Érase una vez una familia llamada Chaparro, formada, por un padre, una madre y tres hijas. La hija mayor de la familia Chaparro, de nombre Nuria, todas las noches tenía el mismo sueño, soñaba con ir al espacio, para descubrir un planeta desconocido.
La noche de su cumpleaños, Nuria, tuvo el mismo sueño, mucho más real, tanto que en él, su padre le ayudaba a construir un globo aerostático para ir en busca de aventuras y descubrir el planeta de Nuria.
Toda la familia montaba en el globo, elevándose por los aires, hasta tierras desconocidas. Durante el vuelo, unos vientos muy fuertes, les arrastraron arriba, muy arriba,… hasta el espacio, donde se vieron atraídos por la gravedad de un planeta de gran tamaño, aterrizando de forma brusca.
Tras comprobar que todos estaban bien, deciden explorar donde estaban. Nada más bajar del globo, se dieron cuenta de que estaban rodeados de gigantes con cara de pocos amigos.
La familia Chaparro fue atrapada por los gigantes, quienes les hacían todo tipo de preguntas y análisis para saber quiénes eran, de donde venían, porque sonreían… No tardaron en darse cuenta que los gigantes, lo que querían era robar su alegría. Los gigantes nunca sonreían, siempre estaban enfadados, con ceño fruncido, envidiaban la sonrisa de la familia Chaparro.
A Nuria se le ocurrió una idea y se puso a contar un chiste, esto hizo que a los gigantes, les entrara sueño, cayendo al suelo profundamente dormidos. Momento que aprovechó la familia para escapar, ocultándose tras unas plantas de gran tamaño, que resultaron ser mágicas. Gracias a estas plantas, encontraron el camino para volver el globo, al que subieron para regresar a casa.
Tras un largo vuelo y de verse movidos por fuertes vientos, la familia Chaparro, aterriza en el patio de su casa, de forma tan brusca, que hizo despertar de un sobresalto a Nuria. Quién se alegró de que todo haya sido un sueño.